Circuito por Marsella y Niza

Con cerca de 87 millones de turistas al año, Francia es el país del mundo que más visitantes recibe. Una circunstancia que no debería de sorprender, si se tienen en cuenta los muchos reclamos de los que el país puede presumir. Además de todo lo que un viaje a París pone en tus manos, la geografía francesa también encierra otros muchos secretos que merece la pena descubrir. Algo que podrás comprobar realizando un circuito por Marsella y Niza, dos acogedoras ciudades a orillas del Mediterráneo que harán de este periplo una experiencia única.

En Central de Vacaciones, te invitamos a descubrir estos dos destinos, en un viaje combinado que incluye vuelos, traslados y hoteles al mejor precio. ¿Hacemos las maletas? 

Qué ver en Marsella

Tras la capital del Sena, Marsella es la segunda ciudad de Francia por número de habitantes, con 821.000 personas en su término municipal y 1,6 millones en el área metropolitana de Marseille-Aix-en-Provence. También cuenta con el puerto comercial más importante de Francia y del Mediterráneo y el tercero en importancia de Europa, después del Rotterdam y Amberes. Estos datos permiten conocer la importancia que posee la ciudad en la actualidad.

Sin embargo, este protagonismo en la vida económica y social del sur del continente no es nada nuevo. De hecho, la palabra Marsella deriva de Massalia, nombre de la colonia comercial fundada por marineros focenses hacia el 600 a.C., y de la que se conservan los restos más antiguos de la viticultura en Francia. ¿Te apetece descubrirla?

Un buen lugar en el que iniciar tu ruta por Marsella es el Puerto Viejo o Vieux-Port, que alberga un puerto deportivo, bares y restaurantes con terraza —incluyendo marisquerías con pescado fresco, recién traído de la lonja del muelle—, tiendas de recuerdos y artesanía local, en las que los protagonistas son el jabón de Marsella y la lavanda, etc. A su vez, las calles peatonales cercanas a la Ópera de Marsella están repletas de discotecas y bares nocturnos.

El puerto alberga el Ayuntamiento y los bloques con porches construidos después de la Segunda Guerra Mundial para sustituir los que fueron dinamitados por los alemanes. También está custodiado por el fuerte de Saint-Nicolas, erigido entre los años 1660 y 1664, y el fuerte de Saint‑Jean, que se encuentra cerca de la iglesia Saint‑Laurent, de estilo románico. El interior de esta última fortificación, que data de mediados del siglo XVI, acoge el Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo (Mucem), inaugurado en 2013. Recorriendo sus instalaciones, no solo podrás conocer la historia de la ciudad, sino que también gozarás de unas vistas incomparables sobre Marsella.

Tu paseo por el puerto se puede completar con una visita al Musée des Docks Romains, que es gratuito. Este pequeño museo te ayudará a familiarizarte con el comercio marítimo en la época romana y te permitirá admirar restos de este período, como ánforas o un bello mosaico. No muy lejos de allí, se encuentra la señorial Maison Diamantée (3 Rue de la Prison), que es, junto con el Hôtel de Cabre, uno de los edificios más antiguos de la ciudad.

A poca distancia del Vieux-Port, encontrarás la abadía de Saint-Victor, históricamente vinculada a varios monasterios catalanes. Su interior da cabida a una importante colección de sarcófagos paleocristianos y a la tumba románica del abad Isarn. Tras visitar este lugar de culto, toca iniciar una subida a pie hasta la icónica basílica de Notre-Dame de la Garde, del siglo XIX y de factura neorrománica y neobizantina (siglo XIX). Este edificio se halla ubicado sobre una colina, desde la que obtendrás una magnífica vista panorámica de la ciudad. Al mismo período y estilo corresponde la catedral de Santa María la Mayor, en la Place de la Major, una construcción única en su género en Francia.

No muy lejos de allí, merece la pena dar un paseo por el barrio histórico de los artesanos del Panier y acceder al interior de la Vieille Charité, una antigua casa de beneficencia levantada en el siglo XVII para confinar a pobres y mendigos. Diseñada por el arquitecto y escultor marsellés Pierre Puget, esta construcción acoge de en la actualidad interesantes exposiciones temporales.

Turno ahora para una construcción más reciente, pero que también es todo un must en tu circuito por Marsella y Niza: la Unidad de Habitación, en el número 280 del bulevar Michelet. Este bloque de apartamentos fue desarrollado por Le Corbusier en colaboración del pintor y arquitecto portugués Nadir Afonso. Esta fue la base de diversos conjuntos de viviendas diseñados por él. Naturalmente, no hay que perder de vista que el legado de Le Corbusier fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2016.

Otros lugares que hay que ver en Marsella es la fuente monumental que preside el parque Longchamp, construida en el siglo XIX coincidiendo con una importante mejora en el abastecimiento de agua a la ciudad. Lo mismo podría decirse de la bella escalinata que da acceso a la estación de ferrocarril de Saint-Charles, o del arco de triunfo conocido como Porte d'Aix, inaugurado en 1839 y ubicado en la plaza de Jules Guesde.

Dedica también un tiempo a contemplar las esculturas públicas del escultor marsellés César Baldaccini el Pulgar, en el entorno del Museo de Arte Contemporáneo, y el Memorial de los repatriados de Argelia. Y ya que hablamos de nuevo de los museos de Marsella, no podemos dejarnos en el tintero el Museo de Historia de Marsella, completamente renovado en 2013 y con una importante colección arqueológica, ni el Museo Cantini, dedicado al arte moderno y contemporáneo. Pásate también por 25 Rue Thubenau para ver el Memorial de la Marsellesa, un museo que te transportará a la Revolución Francesa gracias a su amplio abanico de efectos especiales y realidad virtual.

Por descontado, durante tu circuito por Marsella y Niza no puedes dejar de hacer dos increíbles excursiones desde Marsella en barco, que tienen como punto de partida el Vieux-Port. La primera de ellas te llevará hasta la isla y el castillo de If. Construido en el siglo XVI, sus mazmorras sirvieron a Alejandro Dumas para ambientar su novela El conde de Montecristo. También puedes tomar un ferry que te llevará al precioso Parque Nacional de Calanques, también conocido como las calas de Cassis, repletos de recoletas calas, playas y acantilados que te dejarán sin palabras. Consulta los horarios e itinerarios diarios en el puerto.

También te aconsejamos aprovechar esta primera etapa de tu viaje a Francia para degustar una deliciosa bullabesa, el plato típico de Marsella por antonomasia. O la jugosa sôcisse de Marseille, una irresistible salchicha casera. ¿Gustas?

A la vuelta, si regresas en coche a España, no dudes en detenerte en Avignon o Aviñón, una monumental ciudad papal.

Qué ver en Niza

Tras tomar el desayuno en tu hotel de Marsella, llega el momento de decir adiós a esta ciudad portuaria y trasladarse hasta otra que también se asoma al Mediterráneo: Niza, la quinta ciudad más poblada de Francia y un destino indispensable para quienes disfrutan del sol y la playa. Se halla estratégicamente situada en el departamento de los Alpes Marítimos, entre el mar y las montañas, a apenas 30 km de la frontera con Italia: no en balde, esta ciudad formó parte del Bel Paese hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Capital económica y cultural de la Costa Azul, Niza se beneficia de importantes activos naturales. El turismo ocupa un lugar importante en la actividad económica de la ciudad. De hecho, ¿sabías que posee la segunda mayor capacidad hotelera del país, tan solo superada por París, y que recibe a cuatro millones de turistas cada año? También posee el tercer aeropuerto en Francia, así como dos centros de convenciones dedicados al turismo de negocios (MICE). ¿Por qué no visitarla durante tus vacaciones?

Sin duda, uno de los principales barrocos de esta ciudad francesa son las encantadoras callejuelas de la Vieille Ville (es decir, la ciudad vieja) de Niza. Se trata de un evocador laberinto repleto de callejones con tiendas y restaurantes, a la sombra de altos edificios de apartamentos pintados de ocre y dominados por la Coline du Château al este. Heladerías, creperías y coquetos cafés llenos de vida son la tarjeta de presentación de este rincón nizardo. Como podrás comprobar durante tu circuito por Marsella y Niza, pervive una fuerte influencia italiana en la arquitectura urbana. Algo que no es casual, ya que la ciudad no fue francesa hasta el Tratado de Turín, de 1860.

Uno de los lugares que hay que ver en Niza es la Place Masséna, un lugar que destaca por sus fachadas pintadas de rojo, sus ventanas con marcos blancos y sus arcadas, de clara influencia piamontesa. Además, también es el epicentro del famoso carnaval de Niza. Este rincón, que debe su nombre al patriota francés André Masséna, también exhibe una espectacular fuente inaugurada en 1956 y embellecida con cinco estatuas de bronce esculpidas por Alfred Janniot. Todas representan personajes de la mitología grecorromana: la Tierra, Marte, Venus, Mercurio y Saturno. En el centro de la fuente hay una estatua de Apolo en mármol, con una altura de 7 m.

De todos modos, Niza tiene otros muchos lugares por descubrir. Por ejemplo, a la entrada del casco antiguo, descubrirás la Ópera de Niza, de 1885 e inspirada en la de París, e infinidad de tiendas, perfectas para una tarde de shopping. También pasarás frente a la iglesia de San Francisco de Paula, contigua a un convento de los Mínimos.

Y ya que hablamos de edificios religiosos, no podemos olvidarnos de la llamativa catedral de San Nicolás, una iglesia ortodoxa rusa, sita en el bulevar Tzarévitch en Niza. Inaugurada en 1912, está bajo la jurisdicción del patriarcado de Moscú.

En tu circuito por Marsella y Niza, tampoco puede faltar el paseo de rigor por la Promenade des Anglais, un extenso paseo junto al Mediterráneo construido en la década de 1820 y epicentro del día a día de Niza. A lo largo de sus 7 km de longitud, podrás admirar los ostentosos palacios regios que se alzan junto a él. También puedes sentarte en los bancos y descansar a la sombra de las pérgolas y las palmeras.

Otro enclave ideal para desconectar el parque de la Colline du Château, al este de la ciudad, desde donde verás una de las mejores panorámicas de la Riviera francesa, contemplando el mar de color azul intenso que baña Baie des Anges. En la base de esta colina, se despliega el Cours Saleya, una calle peatonal que llega hasta las inmediaciones de la Ópera. Salpicada de restaurantes, también poseen coloridos mercados florales que abren al público cada mañana. Allí podrás disfruta de tiendas de recuerdos y antigüedades, o bien agradables mercadillos al aire libre.

Los amantes de la arqueología también tienen la posibilidad de acceder al Parc des Arènes de Cimiez, donde se conservan los restos de un antiguo anfiteatro romano. Muy cerca de allí, abre sus puertas el monasterio de Cimiez, un bello jardín de factura italiana y de 9.550 m². Presta atención a su pozo central y a su puerto cubierto de rosales trepadores.

Por supuesto, también puedes dedicar un tiempo a visitar los siempre interesantes museos de Niza sin prisas. Entre ellos, conviene referirse al Museo de Marc Chagall, el Museo de Henri Matisse, el Museo de Arte Moderno y de Arte Contemporáneo, el Museo de Bellas Artes o el Museo de Artes Asiáticas.

Mención aparte merecen las excursiones que se pueden hacer desde Niza al pueblo de Menton, Nimes, Cannes, Saint-Tropez, el principado de Mónaco —con Montecarlo como punta de lanza—, Arles y sus vestigios romanos… Si te gusta conducir, incluye un itinerario por la Grande Corniche, una de las mejores carreteras panorámicas del sur de Francia,

Huelga decir que no te puedes ir de Niza sin degustar las bondades de la cocina nizarda. Entre las especialidades locales, que beben de la gastronomía provenzal, destacan la ratatouille, una variedad de pisto, y la pissaladière, una pizza al gusto local. Y si te apetece un aperitivo a cualquier hora, prueba con una refrescante salade niçoise, que es la ensalada típica de la zona, o el pan bagnat (en occitano, pan banhat). Se trata de un bocadillo tradicional de la región de Niza, elaborado con anchoas o atún, verduras crudas, huevo cocido, aceitunas de Niza y aceite de oliva. Lo tienes a tu disposición en cualquier panadería.

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