Circuito por Estonia, Letonia y Lituania (repúblicas bálticas)

 La desintegración de la URSS a principios de los años noventa trajo consigo la aparición de nuevos países, algunos de ellos con todo lo necesario para consolidarse como un destino turístico de primer nivel. Este es el caso de las repúblicas bálticas, a orillas del mar que les da nombre: una apuesta segura para quienes deseen explorar lugares tan poco conocidos como sorprendentes. Para que puedas convencerte, te animamos a embarcarte en este increíble circuito por Estonia, Letonia y Lituania que te proponemos, con vuelos y hoteles incluidos y al precio más bajo.

¿Cuándo nos vamos?

Qué ver en Estonia

Este circuito por Estonia, Letonia y Lituania arranca en la más pequeña y septentrional de las repúblicas bálticas: Estonia. Poseedora de una geografía casi llana, con colinas que apenas superan los 300 m de altitud y costas bajas y recortadas, este país de menos de 1,4 millones de habitantes combina preciosos paisajes naturales y notables monumentos históricos. 

Durante los siglos en que estuvo dominada por diversos pueblos —los germanos, desde el siglo XII; los suecos, desde 1581, los rusos, desde 1721; los alemanes, a partir de 1941, y los soviéticos, en 1944—, la arquitectura estonia fue recibiendo influencias de diversos estilos. Uno de los resultados más notables fue el arte gótico estonio, único de entre las arquitecturas góticas del norte de Europa. Otros estilos se reflejan en iglesias medievales, construcciones renacentistas, castillos barrocos, casas clásicas y villas art nouveau.

Entre lo mucho que hay que ver en Estonia, destaca por derecho propio Tallin, la capital de Estonia. Esta urbe se alza sobre la poderosa colina de Toompea y está coronada por cúpulas de iglesias ortodoxas y baluartes medievales. La Ciudad Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, destaca por su dédalo de callejones adoquinados que desembocan en la bella plaza del Mercado. Dada su gran variedad de monumentos históricos y la nutrida colección de tiendas, cervecerías y restaurantes de gastronomía local, no es de extrañar que esta sea una de las capitales europeas más recomendables para una escapada. A todo esto habría que sumar las bohemias calles del distrito de Kalamaja, así como los palacios y parques del distrito de Kadriorg.

Otro de los lugares que hay que visitar en Estonia es la ciudad de Narva, ubicada en el noreste del país y muy apreciada por sus edificios barrocos. Dos de sus mayores reclamos son el castillo de Hermann y el Museo Municipal, donde se exhiben objetos utilizados por los artesanos del siglo XVII. No menos interesante es la antigua fábrica de Krengolm, en la que llegaron a trabajar 10.000 personas.

También te aconsejamos acercarte a la ciudad universitaria de Tartu, la segunda más importante del país, y a Pärnu, una ciudad del litoral con arquitectura de la década de 1930. Sita en el golfo de Riga, esta urbe se enmarca en uno de los mejores tramos de arena blanca del mar Báltico. Una vez allí, te animamos a explorar su paseo marítimo, salpicado de agradables restaurantes con terrazas al aire libre. En el centro de la ciudad, podrás ver edificios Art Déco y explorar sin prisas la calle de Ruutli, con encantadoras villas de madera.

Otro destino interesante de Estonia es Hiiumaa, la segunda isla más grande del país, que se despliega entre calas azotadas por el viento y bosques de abetos frente al mar. Su litoral muestra numerosos faros históricos, como el faro de Kopu, revestido de piedra, uno de los más antiguos del planeta. Mientras tanto, en el interior de la isla, las granjas de madera y los molinos se encuentran con los tupidos hayedos del parque de Suuremoisa. Tampoco hay que perderse la isla de Saaremma, tachonada de molinos de viento, abetales y hermosos tramos costeros perfumados de enebro y sal báltica. Muy cerca de esta isla, te toparás con la bonita ciudad de Kuressaare, considerada como la más occidental del país, con un generoso muestrario de influencias germánicas y suecas, así como balnearios costeros.

En tu viaje a Estonia, también deberías incluir Viljandi, una antigua ciudad comercial fortificada, cuya función era la de garantizar la viabilidad de las rutas mercantes entre el corazón de Prusia y Rusia. Hoy, la ciudadela está rodeada de espacios verdes que bordean el lago Viljandi; arboledas de abedules y robles, pinares y fotogénicas casas de madera semiocultas entre calles arboladas. Este es el telón de fondo perfecto para los numerosos festivales de verano de Viljandi, con música y actuaciones teatrales.

Tuhala, a su vez, es uno de los principales sitios históricos de Estonia, gracias a las piedras de culto y antiguas estatuas religiosas ligadas a la tradición precristiana. Por otro lado, habría que referirse a Otepaa, perteneciente al condado de Valga y un imán para excursionistas y ciclistas que desean hacer ejercicio junto al lago Puhajarve. Sin embargo, es cuando llega la nieve, Otepaa se convierte en la capital invernal de Estonia, gracias a la presencia de pistas de esquí nórdico. Todo ello sin olvidar que aquí también hay espacio para el turismo cultural, ya que la zona cuenta con una iglesia con un bonito campanario y los vestigios de una ciudadela.

Antes de cerrar esta primera parte de nuestro circuito por Estonia, Letonia y Lituania, te invitamos a descubrir otros cuatro tesoros naturales estonios: el Parque Nacional de Soomaa, el Parque Nacional de Matsalu y el Parque Nacional de Lahemaa, sin pasar por alto el lago Peipus, en el sur del país. ¿Te animas a echar un vistazo a nuestras ofertas de viaje a Estonia?

Qué ver en Letonia

Uno de los rasgos distintivos de Letonia es su ausencia de montañas, lo que hace que el país esté ocupado principalmente por grandes llanuras, interrumpidas por suaves colinas, la más alta de las cuales, el monte Gaiziņkalns, mide 312 m. Este es el segundo país que visitaremos en nuestro circuito por las repúblicas bálticas. Modelado por glaciares cuaternarios, su territorio está formado por depósitos de landas y pantanos, así como una impresionante cuenca hidrográfica que incluye 12.000 ríos y torrentes. Casi nada, ¿verdad? Además, podrás contemplar antiguos castillos, pasear por impresionantes valles o relajarte en las playas del Báltico.

¿Qué ver en Letonia? Sin duda, su principal atractivo turístico es Riga, la capital letona, una ciudad de origen medieval con una gran riqueza histórica y arquitectónica y una gran vitalidad cultural. Su diversidad arquitectónica va de las iglesias góticas hasta las construcciones de estilo art nouveau. Si te apetece ver edificios modernistas, pasea por las calles de Smilsu, Aldaru, Jauniela, Elizabetes y Alberta. En esta última, las fachadas de los números 2, 4, 6, 8 y 13 fueron diseñadas por el arquitecto ruso Mijail Eisenstein, padre del famoso cineasta Sergei Eisenstein.

A tan solo 20 minutos en coche de Riga, te aguarda Jūrmala, un balneario situado junto al golfo de Riga y que debe su bien merecida fama a sus tratamientos corporales con lodo. No obstante, este es también un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza, paseando por costa bordeada de pinos o admirando las típicas cabañas de madera.

Acércate también al Palacio Rundale (Rundāles pils), rebautizado popularmente como el Versalles del Báltico, que te transportará a la era de mayor esplendor de Letonia. Proyectado por Francesco Rastrelli, artífice del Museo del Hermitage de San Petersburgo, Rundale es una obra maestra barroca y rococó cuidadosamente restaurada, repleta de arte y rodeada de una fragante rosaleda.

Tampoco puedes perderte la ciudad de Kuldīga, un destino idóneo para un fin de semana romántico o unas vacaciones familiares. Esta sugerente ciudad ofrece una mezcla de esplendor barroco y atractivas casas de madera. El lugar también da cabida a la cascada más ancha de Europa, así como acogedores restaurantes y casas rurales. En tu circuito por Estonia, Letonia y Lituania, conviene incluir Cēsis, una ciudad de origen medieval que atrapa al viajero por el magnetismo de su casco antiguo y su castillo, próximo a agradables cafés. Haz una parada también en Lepaja, una localidad costera con edificios modernistas, una magnífica playa y una gran tradición musical.

También te aconsejamos visitar Ventspils, una ciudad portuaria que seduce al recién llegado por sus esculturas callejeras, sus parques, un castillo medieval y una playa con Bandera Azul.

Sin embargo, Letonia cuenta con otros lugares de interés. Uno de ellos es el Parque Nacional del Gauja. Allí podrás pasear por kilómetros de impresionantes senderos, rendirte ante la belleza de castillos medievales y practicar deportes al aire libre como el puenting, el bobsleigh o las rutas de senderismo. Cerca de la pequeña Sigulda, una localidad situada a menos de una hora en coche desde Riga, abre sus puertas el castillo de Turaida, de origen medieval y con un interesante museo. Desde allí, además, gozarás de unas fantásticas vistas panorámicas del valle del río Gauja. Estamos convencidos que serán el mejor colofón para tus vacaciones en Letonia. 

Qué ver en Lituania

 Llegamos a la última etapa de nuestro circuito por Estonia, Letonia y Lituania deteniéndonos en este último país, la mayor y más poblada de las repúblicas bálticas. En el medievo, Lituania fue un gran estado que extendía sus dominios hasta Kiev, capital de la actual Ucrania. Y aunque esta nación ha perdido parte de su antiguo esplendor e influencia, te aseguramos que quedan muchos edificios que dan fe de su deslumbrante pasado. 

Como en los dos casos anteriores, entre lo mucho que hay que ver en Lituania, su principal destino es su capital, Vilna. Uno de los elementos que la caracterizan es la abundante presencia de población judía en el pasado, ya que la ciudad llegó a dar cabida a más de un centenar de sinagogas. De ahí que fuese conocida como la Jerusalén de Lituania. Hoy, la más famosa es la sinagoga Coral, construida en 1903 por el arquitecto Daniel Rosenhaus. 

En cualquier caso, la ciudad también puede presumir de edificios cristianos llamativos. Uno de ellos es la iglesia ortodoxa de los Romanov o de San Miguel y San Constantino, que data de 1913 y que está rematada con varias cúpulas doradas. No muy lejos de allí, se localizan la iglesia de los Franciscanos, del ecuador del siglo XIV, y la iglesia Polaca, con una rica ornamentación barroca e inquietantes frescos simbolizando la muerte. Otras dos iglesias que acostumbran a aparecer en las guías de viaje son la iglesia de Santa Ana y la iglesia de Santa Caterina. 

En cualquier caso, el principal abanico de reclamos turísticos está en el casco antiguo, que en 1994 se convirtió en el primer sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en Lituania. Su edificio más remarcable es la catedral de Vilna, de finales del siglo XVIII y de factura neoclásica, si bien su campanario data de 1522. Desde allí, se puede acceder a la torre de Gediminas (1409) y a la colina de las Tres Cruces, un mirador de excepción sobre la ciudad. 

A pocos minutos de Vilna en tren, tienes otra atracción que no hay que perder de vista: la espectacular fortaleza de Trakai, iniciada en el siglo XIV y culminada en el siglo XV, ubicada en una pequeña isla. Gracias a los trabajos de recuperación impulsados por el Imperio ruso a principios del siglo XX, en la actualidad exhibe un aspecto imponente. 

Otros lugares de interés en Lituania son el yacimiento arqueológico de Kernavė. Emplazado a unos 35 km al noroeste de Vilna, es un testimonio excepcional de los asentamientos humanos en la región a lo largo de 10.000 años, además de ser Patrimonio de la Humanidad desde 2004. Una distinción que alcanzó un año después el Arco Geodésico de Struve, un conjunto monumental formado por 34 hitos o vértices para mediciones geodésicas distribuidas por el territorio lituano y por otros nueve países. También está protegido por la UNESCO el istmo de Curlandia, en la provincia de Klaipėda y de casi 100 km de longitud. Allí se halla Nida (Neringa), con pintorescas calles y a orillas de lagunas que se extienden junto a la llamada Costa del Ámbar.

Tampoco podemos dejarnos en el tintero, para poner el broche de oro a este circuito por Estonia, Letonia y Lituania, la pequeña localidad de Anyksciai, cuya exuberante naturaleza no deja indiferente. Igual de bella que la del Parque Nacional de Žemaitija. Lo mismo podría decirse de la sobrecogedora Colina de las Cruces, con más de 100.000 cruces de varios tamaños que los devotos católicos han ido dejando a lo largo de los años.

En cuanto a Kaunas, la segunda ciudad lituana, merece la pena visitarla por presentar algunos ejemplos remarcables de la arquitectura de entreguerras, además de ser todo un referente para los aficionados al baloncesto. ¡Que no falte en tu escapada a Lituania!

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